Desafiando la vergüenza que me impedía hacer la grabación de este mantra cantado durante la noche de ayer, lo pongo aquí, como parte de un avance favorable en la disciplina requerida para continuar con este performance. También desafío la tradición. Mi corazón pone el OM al final. Este mantra quebró anoche dos bloques de oscuridad: vergüenza y miedo.
En este performance la intrución de la voz no pretende ser únicamente armoniosa, sino transmitir un estado de ser. En este caso no puedo describir el estado de ser en el que este mantra me ubica. Sólo puedo decir que es como una fuerza magnética que avanza desde el cielo y entra por mi cabeza hasta que mi cuerpo entero se siente como una esfera pesada. Es el mantra para destruir la oscuridad. Lo hago cada noche para avanzar con esto, para no permitir que la ilusión me alcance y me desvíe en sus paraísos. Actuar de forma armoniosamente radical requiere que la mente sea una fortaleza. ¿Notan la diferencia en la voz? En esta grabación ya no existe la intención de controlar la armonía, la armonía se manifiesta por si sola conforme el mantra avanza. En fin. Mi primer reto está siendo el azúcar. Enfrento la ansiedad de la falta de azúcar de forma consciente. La observación exhaustiva del sufrimiento transforma el sufrimiento. Me da energía. Hoy, por ejemplo, amanecí con ganas de recolectar la cera que quedaba en el fondo de las veladoras orgánicas y aromáticas. Me pareció tan simple colocar los frascos en baño maría y vaciar el aceite, reciclando el mechero y usando un nuevo pabilo. Las veladoras orgánicas de aceite de soya, en ocasiones, son carísimas. Mientras vaciaba el aceite de frasco en frasco (un aceite que parecía un luz con aroma a limón) pensé ¿Por qué no hago yo mis propias veladoras orgánicas y tengo la satisfacción de encender mi acto creativo en cada una de ellas?
La foto que ilustra el mantra es de la cobija que usaba cuando vivía hace cuatro años en aquella caja de trailer en Los Angeles: huevo, sarcófago, ataúd o capullo.
En este performance la intrución de la voz no pretende ser únicamente armoniosa, sino transmitir un estado de ser. En este caso no puedo describir el estado de ser en el que este mantra me ubica. Sólo puedo decir que es como una fuerza magnética que avanza desde el cielo y entra por mi cabeza hasta que mi cuerpo entero se siente como una esfera pesada. Es el mantra para destruir la oscuridad. Lo hago cada noche para avanzar con esto, para no permitir que la ilusión me alcance y me desvíe en sus paraísos. Actuar de forma armoniosamente radical requiere que la mente sea una fortaleza. ¿Notan la diferencia en la voz? En esta grabación ya no existe la intención de controlar la armonía, la armonía se manifiesta por si sola conforme el mantra avanza. En fin. Mi primer reto está siendo el azúcar. Enfrento la ansiedad de la falta de azúcar de forma consciente. La observación exhaustiva del sufrimiento transforma el sufrimiento. Me da energía. Hoy, por ejemplo, amanecí con ganas de recolectar la cera que quedaba en el fondo de las veladoras orgánicas y aromáticas. Me pareció tan simple colocar los frascos en baño maría y vaciar el aceite, reciclando el mechero y usando un nuevo pabilo. Las veladoras orgánicas de aceite de soya, en ocasiones, son carísimas. Mientras vaciaba el aceite de frasco en frasco (un aceite que parecía un luz con aroma a limón) pensé ¿Por qué no hago yo mis propias veladoras orgánicas y tengo la satisfacción de encender mi acto creativo en cada una de ellas?
La foto que ilustra el mantra es de la cobija que usaba cuando vivía hace cuatro años en aquella caja de trailer en Los Angeles: huevo, sarcófago, ataúd o capullo.
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