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5/11/15


28/10/15

Tengo una vida. Deberían ver mi casa, sucia de principio a fin. Desde la cocina hasta la sala. Lo que significa que tengo una vida. Una mente que no se ha detenido, salvo para clamar en medio de toda esta mugre:¡adórame!
Tan fácil como eso, incluso para una mujer dentro de una casa mugrienta como la mía. Digo adórame. No tú o tú, sino específicamente tú. Aparece para adorarme. Te vuelves tangible, me adoras y te vas. Ser adorado no es sencillo. El corazón se quiebra más de mil veces. Por eso es bueno saber amaestrar al corazón. Así no importa si el adorador un día desaparece y te quedas parado en el centro del abandono como ídolo vacío. Ser diosa consiste en saber estar en el vacío eternamente.

16/10/15

Abrí los ojos esta mañana y sentí m cara húmeda. La tenía llena de sangre. Me levanté para verme al espejo. Mi nariz había estado sangrando no sé desde qué horas y brotaba la sangre como si fuera agua. Me gusta el color de la sangre. Si pudiera aislarla de su significado, si sólo pudiera despojar de interpretación lo que veo frente al espejo podría pensar que fue una aparición hermosa, un nuevo color, con propiedades brillantes y espesas. Sin distinción pero no. Inmediatamente activé el susto y la repugnancia. Lavé mi cara, caminé para cerciorarme que sí, también tendría que lavar las sábanas y la funda de la almohada. Y mientras caminaba mi nariz seguía goteando. Hasta que decidí instalarme un tapón de papel. Eso es repugnante: llevar un tapón de papel en una fosa nasal. Pero sí sólo fuera el papel, sin interpretación vería un blanco seco por donde el color rojo avanza, el color rojo es una tropa hacia su propio destino. El evento me puso de mal humor. Abrí el refrigerador sólo para percatarme que la crema para mi café se había acabado. No tomo café sin crema, la crema y la miel mezcladas con la cafeína son mi desayuno, calman mi ansiedad matutina. Mi hambre de búsqueda de un remedio para mi mal humor. Una amiga llamó, porque estaba en la puerta de casa. La invité a pasar, acordamos salir a buscar crema para café. Ninguna tienda pequeña en este desierto vende crema para café. Hay que ir, por fuerza, a algún supermercado. Así se nos fue el tiempo. Llegamos al supermarcado y desfilar por lo anaqueles cargados de comida enlatada me hizo sentir peor. Quiero salir corriendo. Quiero salir corriendo de este país. No había plátanos en la tienda. Y mi amiga comentó que esa era una señal de que algún derrumbe económico se aproximaba. Regresamos a casa, preparé café, bebí de prisa para intentar descansar del hartazgo que me produce mi propio entorno. Definitivamente no estaba de buen humor. Diva lleva enferma tres días, sólo comiendo arroz, y sin dormir por el dolor de estómago. Así que, cuando mi amiga se fue, regresé a la cama, programé algunos documentales para sentirme acompañada, busqué a Julian Assange. ¡Demonios! todo se confabula para destruirme este día. 
Quiero salir corriendo de este país. Quiero, definitivamente, no saber nada de este mundo. ¿Quién dijo que este performance sería cosa optimista y fácil?