Tengo una vida. Deberían ver mi casa, sucia de principio a fin. Desde la cocina hasta la sala. Lo que significa que tengo una vida. Una mente que no se ha detenido, salvo para clamar en medio de toda esta mugre:¡adórame!
Tan fácil como eso, incluso para una mujer dentro de una casa mugrienta como la mía. Digo adórame. No tú o tú, sino específicamente tú. Aparece para adorarme. Te vuelves tangible, me adoras y te vas. Ser adorado no es sencillo. El corazón se quiebra más de mil veces. Por eso es bueno saber amaestrar al corazón. Así no importa si el adorador un día desaparece y te quedas parado en el centro del abandono como ídolo vacío. Ser diosa consiste en saber estar en el vacío eternamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.