Me desperté reflexionando en que no me había levantado a las 5 am como lo había planeado. ¿A qué hora pienso salir a correr? Este cuerpo tiene que moverse. Si no es dinámico no pondrá un dedo aquí, en esta plataforma. Ustedes saben, a los visitantes de esta plataforma les gusta el dinamismo. Y la escritura les parece, en ocasiones, un esfuerzo mayor. No hablo de todos, no vayan a pensar. Encontré a Lou! La bella Lou entre mis reflexiones esta mañana. Un día me vestiré de Frida Khalo, por supuesto; otro día de Lou, con esa gorguera y su vestido negro; negro, supongo, porque sus fotos siempre fueron grises. En fin, representando la oscuridad de su vestido. Me sobra voluptuosidad, me falta colorido para ser la imagen de cualquiera de esas dos. Pero bueno, soy yo... tan lamentablemente y tan placenteramente que... no migrañas today.
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25/8/15
24/8/15
Ayer la migraña me cegó. Fui apagando todas las luces de la casa. Fui desactivando todo lo que pudiera generar un ruido. El dolor comenzaba detrás de la cuenca de los ojos. Sentía los ojos, literalmente ardiendo. No soportaba un solo monitor ¿será que mi cuerpo me empuja ya hacia la libertaf? Había caminado un par de cuadras para tomar agua con mis vecinos y acariciar a su gato. Cuando volví tuve que tumbarme. Soy una sugar-yonqui en rehab. Sin duda. Me negaba a dormir, eran las nueve y media de la noche. Voy a despertar a las tres de la mañana y no podré dormir más, pensaba. Me derrumbé. Inmóvil. Quedé sin remedio y sin voluntad hasta esta mañana. Llovió toda la noche. Tuve mis dudas sobre el café. Lo tomé igual, con dudas. Hoy hablaba con Jeff de la palabra "jolt" me gusta. También me gusta darme cuenta que la traducción es una ilusión.
¿Seré un demonio? ¿Seré un demonio sin saberlo?
¿Seré un demonio exorcisando sus demonios? ¿La migraña es el dolor porque me estoy borrando?
Claro, dejar el azúcar es borrar una parte de mí. Es pasar conscientemente un borrador por encima de las manera en la que mi cuerpo disfruta de la vida; un borrador sobre la forma en que mi paladar es transformado por el placer.
Borrar la identidad. Desparecer duele.
21/8/15
20/8/15
Anoche no dormí. Me la pasé domando mi PTSD en la oscuridad. Imaginando que Fred había puesto una cámara y un micrófono cuando me pidió permiso de usar el baño. O que Lucille algo tramaba y por eso quería saber la fecha exacta en que viajo a SF. Y que, en cualquier momento alguien podría derribar la puerta y entrar a matarme. Diva no quiso dormir en el infierno de mi recámara. A las cinco de la mañana cerré los ojos con el molesto inicio de la migraña. Fred llegó tempranito y estuvo tocando, Diva intentó de todo para despertarme. Yo no me pude levantar. A las 8 abrí los ojos dentro de una niebla mental pesada. El azúcar, pensé. "Llevo nueve días sin comer azúcar. Además hace tiempo aprendí cómo se combate este infierno". Me levanté y dejé salir a Diva, que se echó decepcionada en el porche porque Fred se cansó de tocar y se marchó. ¿Dónde estará Fred ahora? Preparé un café para ir despertando poco a poco y poco a poco también ir poniendo una parte del cuerpo fuera de mi infierno. La locura. Mi hermana llamó, predije que me aburriría y poco no le respondo. Mi hermana siempre me llama para hablar de ella, de lo linda que es, de lo bien que se siente, de la plenitud que goza. Contesté. Su bienestar me introdujo en una paz mesurada ¿qué es una paz mesurada? (qué asco, estoy escribiendo como narradora). Habité la luz de su voz. Me senté junto a mis plantas. El maravilloso mundo vegetal: priti vi. Mi hermana me hablaba de esa enorme salvia que tiene a la entrada de su casa, quería saber cómo se llamaba "sage" le dije. ¿Y en español? "Salvia". ¿La que da unas flores lilas? "Sí, Salvia" yo tengo una que da flores rojas "¿Y huelen igual?" No, el aroma cambia de acuerdo al color de la flor. Son plantas del desierto. Colgué el teléfono y caminé a la cocina como si la luz que entraba por la ventana fuera agua: apsa. Preparé otro café y le eché miel de agave. Así he estado desde entonces, como dentro de una luz líquida. Venciendo miedos. Quebrando miedos, como dirían en inglés. Hace unos días quebré el miedo a no ser querida. Hace un momento enfrente el miedo a decir que ya no tengo miedo. Que puedo observar el miedo y sentirlo hasta que se hace polvo y ya no actúo intentando con desesperación conservar los amigos. Soy libre. Y desde la libertad contemplo mis infiernos y cómo se derrumban. Y contemplaré como nacen de nuevo, crecen y se vuelven a derrumbar. Pritivi, Apsa.
19/8/15
Hoy me preguntaba a mí misma ¿cómo fue que me politicë? proviniendo de una familia, está bien, no es una familia común, pero tampoco es una familia que fomente la reflexión. No tuve un padre común (en lugar de darme los libros directamente para que los leyera los dejaba estratégicamente olvidados en los lugares de la casa donde sabía que yo tropezaría) pero tampoco fue un padre que hablara directamente de política, hablaba sí de ética y de dignidad. Siempre. Entonces, repentinamente comencé a tararear esta canción perteneciente a un disco que sí, cuando tenía yo quizá catorce años, me regaló mi padre (sépanlo, hermanos... yo sé que los regalos de ustedes eran muy distintos). Y, encadenando los acontecimientos perfectos de esta vida, creo que está canción también se liga a la conversación que Ben y yo tuvimos hace unos días, aquí, en CultureStr/ke.
No sé por qué tengo una resistencia feroz para ir al banco desde que llegué a Texas. En Los Angeles no tengo problema alguno, me levanto tomó mi café, voy al banco, regreso a casa. Tal vez porque en Los Angeles vivo en el barrio chino. Ayer no pude documentar mi día. No fue un día. Fue una completa manifestación del sufrimiento. No es queja. Es como sucedió. Desde que abrí los ojos ya tenía un dolor de cabeza punzante y molesto, por la necesidad de azúcar. Es una necesidad química, por mi adiicción, no una necesidad real. Compenso mi necesidad real de azucar comiendo alguna fruta. En el desierto las frutas son difíciles, pero he encontrado unas ciruelas bastante aceptables.Fruta y un poco de miel con el café o jarabe de maple. Pero la desintoxicación duele. Así que ayer me dediqué a experimentar ese dolor. Es un dolor extraño porque va acompañado de ciertos impulsos mentales. Cruzan los pensamientos de "un cereal con plátano, total, el cereal no tiene casi nada de azúcar" cuando nosotros sabemos que sí, el honey bunches contiene azúcar y calma mi ansiedad. Pero también he notado algunos beneficios de haber dejado el azúcar hace unos días, la hinchazon en mis manos y en mis brazos debido a la tendonitis que padezco ha disminuido muchísimo, Pero aquí estoy hoy, con tal de no ir al banco. Vivir aquí me cuesta trabajo. El solo hecho de vivir. Tengo muchos amigos pero la cultura aquí es atroz, rabiosa, racista, defensiva, hostil, aunque ya he conseguido que la chica del banco sonría de vez en cuando, con aire familiar. Extraño a Loui, el agente de banco en chinatown, que me contaba cómo había salido de china y cómo su gobierno ahí era insoportable. "Peror que México" me decía "Uh, Yo he ido a Tijuana y no todo se ve tan mal". Y los calendarios de ese banco para celebrar el año nuevo chino son formidables. Hey! pero mi corazón es fuerte. Había estado extrañando a un amigo de California y el mes entrante viajo a San Francisco. Si no me equivoco creo que será mi última lectura este año en este país. Mmmmh. Comenzaré a moverme de una vez porque en unas horas, el termómetro marcará los 102 grados y resultrá imposible caminar allá afuera. Voy pues.
17/8/15
Estoy en un proceso sensible. Yo sé que a algunas de ustedes les molesta la sensibilidad. La palabra sensibilidad les dice algo ¿cierto? Pero también estoy en un proceso para liberarme de estos frenos que nos ponemos con tal de agradar a los demás. Este performace también trata de esa clase de libertad. Se necesita coraje para enfrentar el rechazo asumiendo que no todo mundo nos va a aceptar. Se necesita coraje para manifestar una inconformidad sincera sin que esta sea una queja. No habrá quejas aquí. Sólo la observación exhaustiva de mi sufrimiento. Por eso hoy estoy llorando. Llorando de impotencia. También soy feliz, tengo amor, no crean. Son los contrastes de la vida. Estoy asumiendo la rabia que me da haber permito que me despojaran de los derechos de mi propio libro. Si, me refiero a Intervenir, ¿Dónde quedó mi radicalidad? ¿Por qué caí en el chantaje y accedí a firmar un contrato ventajoso e injusto? Nunca le he dado valor al prestigio de las editoriales, no me hinco ante ellas. Literalmente: no me importan. Me importan las amistades. Y en un impulso firmé un contrato con el brazo torcido por el chantaje, por el miedo a perder una amistad. Ahora es difícil aceptar sin rabia mi responsabilidad por haber regalado mi trabajo a cambio de continuar siendo querida. He luchado tanto por hacer valer mi trabajo y en unos cuantos meses firmé mi propia devaluación. Sufro las consecuencias de no poder comprar mis propios libros. Lo que significa que cedí el poder sobre mi trabajo a quienes tienen las posibilidades de comprarlo. Cedí mi poder, el poder brillante; no me refiero al poder oscuro de la avaricia; me refiero al poder divino que tenemos todos. No es el libro, no es el dinero. Es una cuestión de dignidad. Esa energía que no tiene precio. Eso que me sostiene. Ese trabajo ya no me pertenece. Y lloré, sí. Lloré porque pude observar mi orgullo arrodillado, todo el amor con el que trabajé hecho cenizas; me observé pidiendo amor por carecer de amor hacia mi misma y pude ver mi propia mano apuñalándome.
¡Yo tengo una vida, editores! Y sí, este performance también trata sobre los derechos y la dignidad del autor. Encontré varias páginas web intentando lucrar con un bien intelectual que es común, osea Intervenir. Venden la descarga gratuita a cambio de una suscripción ¿Cómo sucedió esto? No sé. Los editores no ofrecen respuesta.
Renunciar al azúcar es un proceso de desintoxicación emocional difícil. Lo único dulce que pruebo es mi café por la mañana, al que me permito endulzar con miel. Por la noche mi desesperación es inmensa. Desde ahí el dolor de cabeza se abre como una flor. Es la química de mi cuerpo luchando contra la manifestación vegetal de mi naturaleza. Las flores generamos nuestro propia néctar. El azúcar es una adicción. No como azúcar granulada. Lo que me ata al placer de la gula son los postres. Las galletas, los helados. Los confundo con la divinidad. Pero en el cielo los placeres no existen, porque en el cielo la distinción no existe, la interpretación no existe, la discriminación no existe. Cuando todo es placer el concepto de placer desaparece, carente de contraste. Así que esta satisfacción que nace de mi lengua, esta satisfacción que brota en mi paladar con el contacto de la miel existe gracias a la amargura, para ser honestos. El mundo de la tierra. Pero les decía que me voy a la cama envuelta en mi estado de desesperación y lo único que me obliga a dormir es saber que por la mañana prepararé mi taza de café y probaré esa mezcla de café con leche y oro; el invaluable oro dulce que es para mí la miel en momentos como este. Así que introducir el cuerpo aquí no ha sido en vano. Nuestra percepción cambia. Los valores son otros. Si pudiera crear mi propio reino justo ahora, establecería la miel como nuestro tipo de cambio. Soy mujer. El oro es muy pesado y se requieren muchísimos hombres para picar la tierra. La tierra torturada. Pobre. En sánscrito la llamamos "Priti vi". "Priti vi" y abrimos las dos manos para recibir la emoción de lo que es la tierra. Porque también la tierra está en nosotros, también somos la tierra, con sus excavaciones, con sus cinceles martillando, con el camino de millones de hombres tratándola sólo como tierra, con su magma avanzando lentamente y los lugares que nadie ha descubierto; de donde brota el agua, de donde otras plantas se alimentan, donde brotan larvas e insectos y la vida nunca deja de abrirse. La tierra que se mueve.
15/8/15
Desafiando la vergüenza que me impedía hacer la grabación de este mantra cantado durante la noche de ayer, lo pongo aquí, como parte de un avance favorable en la disciplina requerida para continuar con este performance. También desafío la tradición. Mi corazón pone el OM al final. Este mantra quebró anoche dos bloques de oscuridad: vergüenza y miedo.
En este performance la intrución de la voz no pretende ser únicamente armoniosa, sino transmitir un estado de ser. En este caso no puedo describir el estado de ser en el que este mantra me ubica. Sólo puedo decir que es como una fuerza magnética que avanza desde el cielo y entra por mi cabeza hasta que mi cuerpo entero se siente como una esfera pesada. Es el mantra para destruir la oscuridad. Lo hago cada noche para avanzar con esto, para no permitir que la ilusión me alcance y me desvíe en sus paraísos. Actuar de forma armoniosamente radical requiere que la mente sea una fortaleza. ¿Notan la diferencia en la voz? En esta grabación ya no existe la intención de controlar la armonía, la armonía se manifiesta por si sola conforme el mantra avanza. En fin. Mi primer reto está siendo el azúcar. Enfrento la ansiedad de la falta de azúcar de forma consciente. La observación exhaustiva del sufrimiento transforma el sufrimiento. Me da energía. Hoy, por ejemplo, amanecí con ganas de recolectar la cera que quedaba en el fondo de las veladoras orgánicas y aromáticas. Me pareció tan simple colocar los frascos en baño maría y vaciar el aceite, reciclando el mechero y usando un nuevo pabilo. Las veladoras orgánicas de aceite de soya, en ocasiones, son carísimas. Mientras vaciaba el aceite de frasco en frasco (un aceite que parecía un luz con aroma a limón) pensé ¿Por qué no hago yo mis propias veladoras orgánicas y tengo la satisfacción de encender mi acto creativo en cada una de ellas?
La foto que ilustra el mantra es de la cobija que usaba cuando vivía hace cuatro años en aquella caja de trailer en Los Angeles: huevo, sarcófago, ataúd o capullo.
En este performance la intrución de la voz no pretende ser únicamente armoniosa, sino transmitir un estado de ser. En este caso no puedo describir el estado de ser en el que este mantra me ubica. Sólo puedo decir que es como una fuerza magnética que avanza desde el cielo y entra por mi cabeza hasta que mi cuerpo entero se siente como una esfera pesada. Es el mantra para destruir la oscuridad. Lo hago cada noche para avanzar con esto, para no permitir que la ilusión me alcance y me desvíe en sus paraísos. Actuar de forma armoniosamente radical requiere que la mente sea una fortaleza. ¿Notan la diferencia en la voz? En esta grabación ya no existe la intención de controlar la armonía, la armonía se manifiesta por si sola conforme el mantra avanza. En fin. Mi primer reto está siendo el azúcar. Enfrento la ansiedad de la falta de azúcar de forma consciente. La observación exhaustiva del sufrimiento transforma el sufrimiento. Me da energía. Hoy, por ejemplo, amanecí con ganas de recolectar la cera que quedaba en el fondo de las veladoras orgánicas y aromáticas. Me pareció tan simple colocar los frascos en baño maría y vaciar el aceite, reciclando el mechero y usando un nuevo pabilo. Las veladoras orgánicas de aceite de soya, en ocasiones, son carísimas. Mientras vaciaba el aceite de frasco en frasco (un aceite que parecía un luz con aroma a limón) pensé ¿Por qué no hago yo mis propias veladoras orgánicas y tengo la satisfacción de encender mi acto creativo en cada una de ellas?
La foto que ilustra el mantra es de la cobija que usaba cuando vivía hace cuatro años en aquella caja de trailer en Los Angeles: huevo, sarcófago, ataúd o capullo.
14/8/15
Tomar conciencia del sufrimiento. Ese está siendo el primer paso de este performance. No necesariamente limitar o reprimir los placeres. ¡Oh, mi cuerpo está entrando aquí! sino que los placeres dejen de ser una necesidad. Extraño tanto América del Sur, por ejemplo. No es negarme a visitar América del Sur, es preguntarme "por qué sufro si no estoy en América del Sur". Tomar conciencia del sufrimiento da libertad. Poder identificar cuándo y a raíz de qué el sufrimiento se manifiesta. Me preparo para dejar de depender de algunas cosas ¿nos decimos radicales? ¿vociferamos porque no soportamos el sistema económico en que vivimos? ¿vivimos de vociferar sobre el sistema económico, reproduciéndolo? También me interesa la repetición, la copia, la reproducción de ciertos comportamientos, el condicionamiento que automáticamente accionamos incluso al momento de dormir. Para entrenar al cuerpo comeré sólo vegetales. Iba a decir que seré vegetariana, pero no. El objetivo también es dejar de ser, dejar de ser "algo". ¿Se han dado cuenta que siempre tenemos que ser algo específico? Moreno, blanco, amarillo, negro, militar, profesor, poeta, ciclista, narrador, sacerdote, doctor, licenciado ¿Por qué? Así como apilamos números cada vez que cumplimos años, incapaces de celebrar sólo por nada, así vamos añadiendo etiquetas a lo que somos. Nos aferramos al tiempo, nos aferramos a la identidad. Bueno, he comenzado dejando la carne roja, por el momento. No consumo ningún producto artificial ni procesado. No, no me he vuelto hipster. Quiero que mi cuerpo transite amablemente por este cambio, consciente de cada una de sus dependencias. Amo hacer el amor y después tomar vino y comer un postre. Amo las cenas italianas. Mi cuerpo identifica el chocolate con el cielo mismo. Así que desde hoy mi cuerpo reaccionará a la ausencia de azúcar, y al profundo terror de desparecer.
Hoy debería haber subido un archivo de sonido con el canto de un mantra. Porque se trata de introducir el cuerpo aquí, tenerlo dentro de esta plataforma a partir de octubre y hasta octubre del 2016. No sé por qué cuando hago esto pienso en ti. Pienso que es un acto que nos acercará. Ilusión mía. ¿Qué tienen que ver los performances con los gobiernos o con la justicia? En fin. Abandono mi arrebato de amor para volver a lo que les estaba diciendo. Para introducir el cuerpo en un performance durante un año se necesita disciplina. Así que empecé a probarme desde hace unos días. Me falta mucho. Hoy debería haber subido un archivo de audio del mantra que debí haber cantado ayer por la noche, Pero ayer por la noche me visitaron los amigos. En persona y memoria. Pensé, "qué diferencia vivir en un pueblo que vivir aquí". En el pueblo uno se torcía la espalda y llamaba al amigo acupunturista que hacía a un lado su te y sus juegos sexuales del domingo para abrirnos el consultorio, desanudarnos y cerrar, sin dejarnos pagarle. En este lugar. No en éste, sino acá, de este lado, desde donde estoy yo, no se nos tuerce la espalda tan seguido y ¡mucho menos en domingo! porque sabemos que no habrá consultorios abiertos como si se tratara de tiendas de abarrotes y que, el chiste de padecer es algo que se paga muy caro. Decía que me visitaron las memorias y los amigos. Y estuve conversando hasta las tantas de la noche. Cuando fui a la cama debía cantar el mantra y no lo hice ¿qué me pasa? Todavía no estoy con el cuerpo completamente dentro y fallo en la sencilla promesa de un canto. La simple manifestación de la voz. Hoy soy la promesa no cumplida. Habrá tiempo para cantar ese mantra pero mejor ya no prometo nada. Iré introduciéndome a este infinito "como dios me de a entender". Tal vez cante los mantras pensando en ti. Tal vez por pensar en ti no pueda cantar y quiera tomar un avión mañana para verte y contarte sobre el performance y que me des tu aprobación. ¿Esta es la vida que tengo? Sí, eso es todo: la necesidad de aprobación. La necesidad de reconocimiento. La necesidad de validación. ¿y cómo es entonces que somos los autónomos? ¿me estoy mintiendo?
La primera y fallida introducción de la voz:
13/8/15
Pero basta de romanticismos. Esta soy yo ahora. Comodamente escribiendo en el comedor de la casa. Meditando en la forma en que iré metiendo el cuerpo en esta plataforma infinita. Bebiendo café con miel para despertar después de regar mis plantas en los perímetros del ensueño. Pensando si enciendo o no enciendo la refrigeración. Eligiendo mi taza favorita donde bebo el café que mi amiga Flor me trajo desde Chiapas. Pronostico un dolor de cabeza. Migraña, tal vez. Ahí está ¡el cuerpo! ¡el cuerpo que me habla! Estaba envuelta en una bata fabricada en tela de camiseta, muy elástica. Me encanta su diseño porque envuelve, como un taquito. Me levanté a ponerme unos pantalones de algodón y una blusa blanca. Hace calor en este desierto: 102 grados, tal vez. Pienso en el cheque que, si tengo suerte, me llegará en quince días: 300 dólares. Tal vez pueda darme el lujo de encender la refrigeración, lo merezco. ¿Merezco que me paguen por ejercer mi vocación? ¿Qué es merecer? ¿De dónde viene? Les hablaba del cuerpo y cómo voy introduciéndolo a esta plataforma infinita. Cuando empiezo a tomar decisiones sobre mi cuerpo recuerdo a mis amantes ¿deberé avisarles? ¿o ellos deberían aceptarme así, con las decisiones autónomas sobre mi cuerpo?
¿Ya les había dicho que, a partir de que introduzca el cuerpo en esta plataforma, este performance durará un año? Sí, esa es la intención. No tengo la certeza de nada pero sí, conozco la intención en este proceso. Mi intención es introducir mi cuerpo a este performance en octubre. Debo entrenarme un poco, de hecho el año de performance es un entrenamiento. He comenzado con la voz. La voz me ha estado guiando estas noches. Canto dharanis, canto mantras. Intenté grabar el mantra que canté anoche pero me resultó imposible. Es un mantra para desparecer la oscuridad, para que todo al rededor sea brillante. Hoy en la noche lo volveré a cantar e intentaré grabarlo. Por el momento les dejo este Dharani, el dharani de fuego que todo lo quiebra y todo lo devora. Con la intención de ir metiendo el cuerpo aquí poco a poco, porque en octubre. En octubre el cuerpo estará aquí, junto a las dimensiones de la mente.
El placer de Diva consiste en permanecer dentro de la sala con la puerta abierta. Cuando olfatea a alguien que camina allá afuera en la banqueta corre hasta la puerta del porche a ladrar. ¿De donde nace ese placer, esa acción? Nos pasa lo mismo en la escritura. Permanecemos en la seguridad de nuestra sombra fresca esperando, esperando echarnos con fuerza animal sobre la reja de nuestras amenazas, para que nos escuchen.
12/8/15
¿Les aburren las preguntas? ¿No les gustan las preguntas? ¿Les gustan más las certezas? ¿Les gusta más fijar su pensamiento que echarlo a andar? ¿Vienen aquí como a ver la televisión? ¿Pensar no es divertido? Ustedes ¿viven bien? ¿son felices? ¿están satisfechos? ¿tienen tiempo para hacer lo que les gusta? ¿pagan una cuota por estar vivos? ¿se casaron y se aburrieron? ¿creen que lo que les gusta hacer no importa? ¿visitan prostitutas y se sienten culpables? ¿creen que ser puta es malo? Ustedes ¿son hombres? ¿han reflexionado sobre su cobardía?
La feliz envoltura. Claro. La envoltura que una sociedad aprueba. Hay un dicho mexicano perfecto para definir cómo es que una sociedad nos hace esclavos de las envolturas: como te ven te tratan, dicen. No quiero ahondar (todavía) en las cuestiones de la percepción: cómo y qué percibes, de acuerdo a qué y desde qué experiencias, dependiendo de cuál situación geográfica, cultural o económica o de género. Pero la envoltura cuesta tanto como el estatus. La envoltura habla, es nuestro código natural. Hay artistas que dedican su vida entera a crear su envoltura, porque la envoltura es parte de su arte (dicen). Hay mujeres políticas que para sostener su carrera transforman sus rostros, rellenan sus labios, afinan sus cinturas a base de dolorosas cirugías, inyecciones y noches de tristeza eufórica en el gimnasio, inversión a la que suman vestidos de diseñador, maquille europeo, tinte para el cabello, extensiones de pelo artificial, lencería de encaje, zapatos y bolsos y perfumes. ¿Eso es la libertad? Supongo que algunos de ustedes están ahí, aburridos, leyéndome, intentando echar adelante a una familia de infelices y comprando a regañadientes cada prenda con la que saludan a sus compañeros de oficina, o con la que adornan a sus hijos o que su esposa usa en el cumpleaños familiar. Como te ven te tratan ¿Eso es la libertad? ¿Envolturas a cambio del desgaste del hígado que ennegrece desde el escritorio donde un jefe nos ningunea? O en el caso de las señoronas: una diputación, la dirección de un organismo de gobierno; o en caso de los artistas ¿más atención? ¿más aplausos? ¿más viajes para entrar a los salones saludando desde su artística envoltura como un producto inalcanzable? Me interesa la libertad, les había dicho. No desesperen. Para allá voy. Y voy hacia la libertad que me interesa, y en esa libertad la percepción es un asunto importante. Ariel Vercelli sostiene que deberíamos "aprender la libertad" me parece un señalamiento preciso. Tenemos también que aprender a percibir sin suponer que sólo hay que sentarse y encender el monitor (conducta adquirida gracias a las maravillas antiguas del televisor). Esta red y este monitor son otra cosa: un red abierta que nace, crece y se transforma infinitamente, con participación nuestra. Nadie nos dicta una conducta; en este lugar la conducta la levantamos todos. No te preocupes, aquí nadie quiere reprobar a nadie y nadie quiere premiar a nadie. Si puedes suspirar, suspira.
La observación exhaustiva es un buen camino para ampliar la percepción. Aprender a aprender es necesario. Otra vez. Para allá voy. Y en un performance también es necesario usar el cuerpo, forzar al cuerpo, introducir el cuerpo completamente en la experiencia. Un performance no es sólo la escritura, el performance va ligado al cuerpo. El cuerpo es mío. El performance soy yo. Este lugar es la plataforma: la red infinita. Así que así comienzo: con mi cuerpo en el infinito. El cuerpo es lo que cuenta. Para allá voy. Pero primero, ejercitemos la paciencia. Ampliemos nuestra percepción. Observemos, exhaustivamente, las emotivas y satisfactorias envolturas que nos rodean. Y procuremos suspirar.
11/8/15
¿Tengo una vida? y ¿para qué la tengo? ¿para demostrar superioridad frente a los otros? ¿para satisfacer mis deseos? y esos deseos ¿son realmente míos? es decir ¿yo necesito comprar eso o quiero comprar eso? ¿necesito sostener relaciones sexuales o quiero sostener relaciones sexuales? ¿Qué es ser sexy? ¿Es justo pagar 4 por una caja de cereal? ¿Esa caja de cereal es realmente una caja de cereal? Así comienza mi performance. Ese cartón de leche, es realmente un cartón de leche. Pagamos por los envases, las envolturas, pero el producto en sí. Ah, ahí vamos con esa palabra: el producto. Producir me parece un nacimiento forzado en estos días. Los procesos de producción. A veces pienso que nuestro proceso de pensamiento también se ha convertido en un proceso de producción, nos dedicamos a producir una envoltura para nosotros mismos. Nos dedicamos a producir nuestro propio envase: somos el único producto que se crea a sí mismo, que se diseña y va adquiriendo valor de acuerdo a sus destrezas para ofertarse ¿no es así?
La feliz envoltura |
El infeliz producto |
Vivo en una casa que tiene calefacción y refrigeración. Vivo (por ahora en el desierto) en la frontera con México, una de las fronteras más peligrosas del mundo. Peligrosa del lado mexicano, claro está. De este otro lado es bastante cómoda. Llena de cámaras de seguridad, con los contados peatones temerosos de no cruzar cuando el semáforo esté en verde. De que algún policía les arrebate su visa de turista, de haber cruzado un puente donde sin reparos los agentes suelen hablarles de tú y preguntarles en tono de burla "¿y a ti quién te arregló?" refiriéndose a la tarjeta verde que les permite residir legalmente de este: el lado seguro. Vivo a aquí unos cuantos meses, porque me encanta el silencio profundo mientras las cientos de tropas entrenan en los campos militares. Los "aliados" les llaman. Soldados alemanes, holandeses, franceses recibiendo entrenamiento estadounidense. ¡Ah, mi querida América cómo te extraño! A todos (me refiero a los soldados) últimamente les interesa aprender español. Pero tampoco es ese el tema que me trae aquí. Sólo intento ubicarlos (sí, a ustedes, no a los soldados) en el lugar desde donde surge este performance: el desierto me hace pensar. No hay tanto ruido de helicópteros sobrevolando mi azotea, muy pocos salen a caminar. Vivo comodamente. Aunque con recursos muy limitados, el precio de intentar ser escritor. Yo sé que algunos en México dicen que del "verso" se vive muy bien, pero eso es allá, en el sistema nacional de sobornos, diría Vargas Llosa (RIP). Otra vez me desvío del tema. Me interesa la libertad. Cuando pienso en la libertad pienso en el aire acondicionado, en la calefacción ¿dependo de ellos? Pienso en el maquillaje, en el color de mis zapatos favoritos ¿realmente necesito tener unos zapatos favoritos? Pienso en mis necesidades verdaderas. ¿Comprar es una necesidad verdadera? ¿cuándo debo pagar para acceder a este mundo, éste mundo sí, desde donde yo escribo? ¿es este el desierto en realidad? ¿o accedo a otra dimensión por la que generalmente pago 50 dólares al mes? ¡Ah, América eres tan grande! con tu Uruguay y tu Argentina, con tu Ecuador y tu Colombia, con tu Guatemala y tu Venezuela. Con nuestra Nicaragua. Con el corazón destrozado en Honduras. Con tu sexo partido y yo, pensando cómo voy a vestirme para mi siguiente aparición en público, ¿Cuánto pago por vestirme? ¿Cuánto pago por vivir? Este performance surge de una pregunta ¿en realidad tengo una vida?
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