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27/9/15

No es el dolor lo que me lleva a actuar. Un performance es un acto, no sólo una escritura. El otro día mientras le platicaba a alguien de cuánto me entusiasma este performance, comentó "ah, tu blog". No, este no es un blog. Ya sé que he escrito en algunos libros "Esto no es poesía/es/lo que dicatan las circunstancuas" o "Esto no es un libro/ es un organismo que camina" o algo así. Funciona, sirve para repensar las plataformas en las que nos manifestamos y, en cómo nos ajustamos a esas plataformas de forma inamovible: el género, los semestres en las escuelas, las estructuras literarias y ahora, las plataformas en esta infinitud fantástica que llaman inter-net... "inter-being" diría mi maestro Tich Nhat Hahn. También hay quien afirma que Tich Nhat Hahn no es mi maestro porque nunca he tomado uno de sus seminarios en persona ¿¿¿??? Qué poco confían en los maestros espirituales quienes creen que necesitan la "persona" para que un alumno los seleccione, y estudie a través de su experiencia. Esto no es un blog, es un performance que comienza dentro de una plataforma infinita, en el inter-ser. Decía que lo que me lleva a actuar no es el dolor. El dolor se ha puesto de moda. O más bien se puso de moda perder el miedo a declarar públicamente que ciertas cosas que consideramos injustas en el mundo son dolorosas. Pero la moda, como las envolturas, vacía de sentido y de experiencias los objetos que toca o todo lo que nombra. Así que, ya perdido el miedo de expresar dolor, expresar dolor se convierte en esa frase vacía, como decir "cliché" o señalar lo interesante. Mi nombre es Dolores, así que, ya ven, tan acostumbrada que estoy a lo que el dolor significa, representa y manifiesta... e incluso a lo que el dolor provoca, desata, revive, enciende, crea. El dolor, bien nombrado, es una forma de poder. Pero el dolor convertido en slogan es sólo una palabra, una palabra despojada de su verdadera dimensión y su verdadera realidad. Decimos "dolor" como decir "con permiso". Este perfomance no está hecho para expresar dolor, este acto es para expresar vida, observar el sufrimiento y sus infiernos, quebrar la oscuridad. Si quiero transformar lo que escribo tengo que transformar lo que soy. Porque dentro de la observación exhaustiva del sufrimiento está la vida y el poder, el poder verdadero, no el poder económico, el poder energético de lo que somos, y somos todo. El sufrimiento ¿nos ciega o es un camino para ver? Voy a transformar lo que soy.

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