La envoltura. La moda. Debo decir que sí, puedo percibir claramente como la moda nos envuelve. Como nos envuelve de forma negativa, como una cadena; cómo cada día la moda alimenta más y más una industria destructiva y ofrece envolturas perecederas que debería uno conservar dentro del refrigerador; es increíble como el precio de la moda ya no es garantía de calidad. Pero no hablaré de dinero aquí, esa mala palabra. Puedo percibir que la moda nos hace sufrir. Porque si no vestimos de acuerdo a los estándares sociales somos rechazados; incluso en las sociedades más hipsters, hay que envolverse como hipster. Pero debo admitir que la moda es una de mis fascinaciones; más allá de lo que me pueda fascinar, es una adicción; no importa que siempre use un sólo color; la moda me hace sufrir cuando no la tengo. Siguiendo mis normas de conducta debo poner atención entonces a lo que me hace sufrir, por qué me hace sufrir y reflexionar qué tanto vale la pena alimentar el proceso que a final de cuentas terminará en sufrimiento. No me refiero a que sufrir sea algo malo. Sufrir es parte de fundamental de la vida, sin sufrimiento ¿cómo podríamos distinguir entre el bien y el mal o entre nuestras preferencias y disgustos? pero yo, en este momento, prefiero sufrir por otras causas, como el amor, por ejemplo. Si puedo escoger mis sufrimientos sufriré por amor, me seguiré enamorando hasta las últimas consecuencias, sin establecer relaciones "tradicionales"; de esa forma mis emociones no están ligadas a una industria, a una producción, a las manipulaciones generadas por los inventores de la mercadotecnia y a una envoltura perecedera.
Por eso comenzaré ha vestirme con las envolturas que yo misma construya, simplemente a base de hilo, aguja, material envolvente y tijeras. Nada más nos hace falta para sobrevivir las diferentes estaciones. La moda es una ilusión que adoro, pero quien vive en la ilusión nunca es libre. Ahora que he comenzado a imaginar cómo construiré mis envolturas recordé a Moon Dog, el jazzista de los cincuenta que creaba sus propios zapatos, y tocaba su música en las esquinas de NY. Ah, el gran Moon Dog; a él también está dedicado este performance.
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